martes, 17 de agosto de 2010

El “cristal” del Cónsul estadounidense en Puerto Rico durante el año 1898

La guerra entre España y Estados Unidos de América de 1898, tuvo resultados distintos para Puerto Rico, de los que esperaban los residentes en la isla.[1] Los partidarios de la invasión, los cuales tenían la esperanza de libertad (al culminar el dominio español) y de un sistema político y económico que les abriera las puertas a mejores condiciones comerciales[2] , se encontraron nuevamente ante un gobierno militar y posteriormente a la ley Foraker. Este nuevo gobierno tampoco trajo la igualdad y la democracia por las cuales eran, idílicamente, vistos los Estados Unidos de América. Los trabajadores se encontraron en la misma situación de miseria e injusticia salarial en la que estaban antes.[3] Para conocer más del proceso de invasión, hemos decidido echar un vistazo a las misivas del cónsul estadounidense en Puerto Rico, durante el año 1898, Philip C. Hanna. No es nuestra intención hacer un ejercicio crítico de las acciones del gobierno de Estados Unidos ni del señor Cónsul, pero si tratar de ver, desde el punto de vista de un extranjero y a su vez ciudadano estadounidense, los eventos de la guerra en respecto a la isla.

Philip C. Hanna sirvió como cónsul estadounidense desde enero de 1898, relevando del cargo a John D. Hall, y se convirtió en el último estadounidense en ostentar el cargo. Su estadía en la isla como cónsul fue corta, pues ya para el 8 de abril había sido reubicado en la isla de San Tomás (Saint Thomas) por razones de seguridad. Las relaciones políticas entre España y los Estados Unidos de América ya estaban caldeadas desde la entrada del acorazado Main a la bahía de La Habana, Cuba, en febrero del 1898.[4] Las cartas de Hanna, donde rendía informes sobre la estatus de la capacidad militar en Puerto Rico y la situación de los ciudadanos estadounidenses radicados en estas tierras, las despachó desde Saint Thomas y la información la obtenía de manos del Cónsul británico y amigos personales[5], según se lee en dichas comunicaciones. En estas misivas, también expresaba su opinión al respecto de la situación social de los puertorriqueños, las inclinaciones anexionistas de algunos, su interpretación del perfil del puertorriqueño y sugerencias de carácter militar.

En una de sus primeras cartas, dirigida al Subsecretario de Estado, William R. Day, fechada en enero 8 de 1898[6], Hanna hace notar la importancia de la sede consular y la necesidad que tiene de contratar un asistente clerical, dado la “gran cantidad de trabajo en esta oficina”. Hanna engrandece su posición desde el principio y esta práctica es una constante en el lenguaje de sus cartas. Al parecer, sus informes estaban “cargados” con la intensión se congraciarse con la Secretaría de Estado y así conseguir sus favores, más allá de los beneficios de su cargo, tal vez en alguna posición política. Es notable el interés de Hanna de tener una participación más activa en los asuntos y las decisiones tomadas en respecto de la isla. Por otra parte, su trabajo de “espionaje” comenzó temprano en el año. Para finales de febrero informaba de las preparaciones militares que se daban en San Juan con la instalación de nuevos cañones y el refuerzo de las fortificaciones de la ciudad así como la solicitud, por parte del gobierno español, de un listado de los ciudadanos estadounidenses residentes en la isla.[7] Reporta también, en otra carta[8], sobre la pobreza en recursos de combustible (carbón) que se conservaban en la isla para los barcos españoles y del reabastecimiento de esta estación en esos días, además de la continuación del reacondicionamiento de las fortificaciones. Estos informes continuaron, posteriormente, desde la isla de Saint Thomas, donde recibía los datos por vía del Cónsul británico, como hemos dicho antes.

En los primeros días de abril solicitó la presencia de una flota naval en las cercanías de Puerto Rico o en las aguas de Saint Thomas. Esta sugerencia la había hecho ya para el 19 de febrero[9] donde, hacía notar la importancia de que ningún barco de guerra entrara a puerto, pues como decía: “creo que se me ha dado el crédito de no alarmarme fácilmente o asustarme con facilidad en la línea del deber”. Por supuesto, no quería que sus compatriotas pensaran que su Cónsul se había asustado al solicitar un barco de guerra para estacionarse en la isla. También solicitó un código de comunicación para enviar cablegramas de forma segura y secreta, lo cual le fue concedido. Entre los informes de estatus militar que despachó, indicaba la disponibilidad de soldados que tenía España en la isla. Según Hanna, el ejército español contaba con un promedio de 4,600 regulares, de los cuales 2,000 estaban en la ciudad de San Juan, 1,000 en Ponce, 1,000 en Mayagüez y 600 dispersos por la isla.[10] Añadía que, España reclamaba poseer en las fuerzas coloniales (milicianos), unos 7,000 hombres (esta milicia estaba constituida de jóvenes criollos). Hanna no hizo mención de la distribución de la milicia por la isla en ninguna de las comunicaciones a las que tuvimos acceso. Por medio de telegrama y posteriormente vía carta, Hanna reporta la colocación de minas acuáticas en la bahía de San Juan, por parte de España y confirma posteriormente esta información en una carta fechada el 28 de mayo de 1898.[11] El 14 de julio, el Cónsul, emite una misiva en la que informa sobre los hallazgos de un grupo de espionaje enviado por él a Puerto Rico. En esta carta reporta que el barco de vapor, Antonio López, había desembarcado su carga, “cerca de San Juan para evitar su captura”, y que la misma consistía de “cañones, armas y suministros de guerra”, así como el hecho de que estos artículos estaban en mal estado.[12] Otra información contenida en esta carta es el hecho del estado de los cañones existentes en San Juan, la cantidad de municiones y la tecnología de guerra disponible. Se extrae del despacho que los cañones llevaban años esperando a ser montados, y en su mayoría estaban oxidados, más, que las municiones para éstos era abundante, pero deteriorada. En cuanto los cañones de nueva tecnología, indica que las municiones para éstos era limitada.

Estos reportes deben haber sido de alguna importancia para las fuerzas navales y la armada estadounidense, sin embargo parece que en otros aspectos de las comunicaciones, éstas cayeron en oídos sordos. Insistentemente, el cónsul Hanna sugiere una pronta invasión de la isla de Puerto Rico. Esta sugerencia fue prestada vía carta desde principios de mayo y repetidas veces hasta el mes de julio. Sin embargo y a pesar de la insistencia de una pronta acción por parte del Cónsul, no es hasta el 25 de julio que se efectuó el desembarco por Guánica. Hanna señaló la facilidad con la cual se podía invadir la isla con sólo 10,000 soldados, pues estaba convencido que los puertorriqueños asistirían en esto, revelándose contra España.[13] Inclusive, propone que la invasión sea por el área Sur, mencionando Ponce o por el área Este, al mencionar Fajardo.[14] Ambos puertos, citando a Hanna, estaban “pobremente protegidos” y no tenían fortificaciones. El cónsul llega a mencionar la posibilidad de desembarcar en Mayagüez, pero le dio más énfasis al área Sur por razones prácticas; la única ruta de calidad para transportar equipo pesado era la Carretera Militar.[15] Comenta las facilidades y las dificultades de los distintos puntos sugeridos para el desembarco de las tropas de infantería. En una carta del 7 de junio[16], planteó la necesidad de aumentar la cantidad de tropas sugeridas a 25,000 soldados; propone el desembarco en Ponce, luego un segundo desembarco en Mayagüez y que las tropas dejadas allí marcharan hacia Aguadilla, los cuales fueran a encontrarse con otro grupo dispuesto en ese pueblo y así moverse hacia Arecibo, mientras los soldados dejados en Ponce se fueran acercando a San Juan para encontrarse con la flota naval en la capital fortificada. Explicó que de Arecibo a San Juan podía usarse un ferrocarril existente para transportar las tropas. En cuanto a Fajardo, detalló el hecho de la carencia de buenas carreteras pero sugirió la posibilidad de mover tropas livianas de Fajardo hacia San Juan por la corta distancia a ser recorrida.

Es curioso para nosotros el gran conocimiento militar y estratégico que tenía este cónsul y nos preguntamos si su nombramiento estuvo relacionado a la intención de Estados Unidos de América en poseer las colonias españolas; para que sirviera más como espía que de funcionario de relaciones comerciales. En una de sus cartas, Hanna se refiere a sus “experiencias durante la guerra en Venezuela en 1892”[17], lo cual pudiese ser tomado como indicador de que su labor consular ya había estado relacionada con la recopilación de datos de importancia militar. Pero eso es harina de otro costal y pura especulación de nuestra parte.

Hanna reconocía el valor estratégico de Puerto Rico en el Caribe, cuando decía que la isla debía tomarse de inmediato y hacerla una estación de reabastecimiento de carbón para su país y al mismo tiempo cortar esa facilidad a la flota naval española. Aparentemente la Secretaría de Defensa recibió estos informes, pues los movimientos de tropas y desembarcos que realmente se realizaron durante los días de la invasión, son muy parecidos a los propuestos por Hanna. Algo muy interesante que debemos reseñar, es la solapada crítica que Hanna hace al ataque efectuado sobre la ciudad de San Juan, en la madrugada del 12 de mayo. Usamos la palabra “solapada”, porque en su carta de la misma fecha, se disculpa diciendo que no era su intención criticar, solo expresar su opinión al respecto tomando en consideración su experiencia de la situación.[18] Decía que el simple bombardeo sobre San Juan para luego irse, dejó un “mal sabor” y que los “americanos”, así como sus propiedades, serían destruidos.Además hace mención sobre el sufrimiento que tendrían los cubanos y amigos puertorriqueños (o de otras nacionalidades), al dejar la isla en manos de España.

El otro aspecto que vamos a reseñar es la interpretación del perfil socio-cultural del criollo, vista por el Cónsul estadounidense. Para el señor Hanna, la clase trabajadora de Puerto Rico, era una muy dispuesta a trabajar, aún por salarios bajos.[19] Decía que: “se contentan con vivir de comida barata y visten ropas muy pobres y habitan en casa muy pobres”. Mencionaba que la isla estaba densamente poblada y que había “algunos miles de obreros puertorriqueños listos a llenar empleos vacantes y a un bajo precio”.[20] En cuanto a la personalidad en general y las costumbres decía el puertorriqueño común era callado, cortés, atento, templado, ordenado, honesto y decididamente educado.[21] Expresaba: “Las personas de este país nunca le dieron problemas a España y no lo harán a los Estados Unidos”. Escribió en una de sus cartas que la gente sólo pedía derecho al trabajo, un ingreso justo, educación para sus hijos y un buen gobierno de leyes americanas. Estaba convencido de que los puertorriqueños estaban listos para ser “americanos”.[22] Los comparaba con cualquier población de estadounidenses en una de las grandes ciudades. Su imagen del puertorriqueño era tan entusiastamente positiva que comentaba: “Hay pocos indigentes y un genuino vagabundo en Puerto Rico sería una curiosidad.”[23] Le las costumbres que le parecieron más pintorescas lo fue el “café” o cafetín. Escribió que en el café, el cual comparaba con la cantina (“saloon”) de Estados Unidos, se reunía gentes de todas clases y de ambos sexos en silencio y de manera ordenada a disfrutar media hora de descanso y a darse un sorbo de su bebida favorita.[24]

“Cada cual bebe lo que desea, pero de manera tan templada, que cuando un grupo ha terminado de beber y se retira, ni un experto podría decir quién bebió el brandy y quién el café, cada cual siendo igualmente discreto al respecto.”

Aunque compara al cafetín con la cantina estadounidense, hace la salvedad de que el cafetín eras un lugar apacible y tranquilo y expresó sus deseos de que nunca se convirtiera en el escandalosa y desordenada institución de la cantina o barra (“bar-room”) común en Estados Unidos. Es interesante mencionar que el cónsul Hanna alegaba nunca haber visto un puertorriqueño ebrio durante el año anterior a la guerra.

Esta visión entusiasta del Cónsul, le llevó a abogar por la anexión de Puerto Rico a los Estados Unidos de América. En un principio, durante los meses de la Guerra Hispanoamericana, su énfasis era en la invasión por razones prácticas, luego su lenguaje fue haciéndose más partidario de la instalación de un gobierno civil para la isla. En sus misivas, después de hacer las sugerencias de cómo efectuar la invasión de la manera más fácil y sin necesidad de lucha armada, incluía un párrafo en el que respetuosamente, pero de manera enfática, sugería el establecimiento de un gobierno civil con un sistema de aranceles y aduana al estilo estadounidense.[25] También proponía que no se cobraran aranceles a los productos locales, al entrar al continente ni a los productos provenientes del Norte al entrar a Puerto Rico.[26] Decía que:

“Los mercaderes puertorriqueños, diariamente se quejan de que en muchos aspectos, las tarifas, en efecto son más pesadas hoy que ninguna impuesta a ellos cuando España estaba en el poder; que muchos de los bienes usados en esta isla tienen hoy un impuesto de importación mayor, que el que tenían cuando los españoles estaban en el poder.”

En otra carta dijo que su corazón estaba puesto en ver a Puerto Rico libre del cruento yugo español.[27] Más adelante escribió: “Amo a los puertorriqueños; mi simpatía está con ellos y diariamente me suplican que induzca a nuestro gobierno que venga en su ayuda y los rescate de sus ataduras.”[28] En la última carta a la que hemos tenido acceso, el cónsul Hanna escribe claramente que, refiriéndose a los puertorriqueños, “aprecian las bendiciones del americanismo y serán excelentes americanos.”[29] Sus ideas de anexión, a la manera de los estados del Oeste, para la isla, cayeron en oídos sordos pero al menos la imposición de la Ley Foracker traspasó la gobernación de la isla de uno militar a uno civil. Seguramente Hanna debió quedar decepcionado de que su gobierno no decidiera establecer un sistema de autogobierno a la manera estadounidense. Interesantemente, el último cónsul de la nación más poderosa de América en el siglo XIX, en Puerto Rico, pasó de ser oficial de asuntos comerciales a espía y terminó enamorado de la isla y su gente, abogando por el bienestar de los puertorriqueños.

Notas al calce

[1] Francisco A. Scarano, Puerto Rico: cinco siglos de historia (San Juan, PR: 1993), pág. 548

[2] Ibíd. pág. 549

[3] Ibíd.

[4] Ibíd. pág. 543

[5] Philip C. Hanna, “Despacho No. 53”, Gervasio Luis García Rodríguez, Emma Dávila Cox, compiladores, Puerto Rico en la mirada extranjera (San Juan, PR: 2005), pág. 309

[6] Philip C. Hanna, “Despacho No. 16”, Ibíd. pág. 75

[7] Philip C. Hanna, “Despacho No. 41”, Ibíd. pág. 307

[8] Philip C. Hanna, “Despacho No. 42”, Ibíd.

[9] Philip C. Hanna, “Despacho No. 32”, Ibíd. pág. 306

[10] Philip C. Hanna, “Despacho No. 56”, Ibíd. pág. 310

[11] Philip C. Hanna, “Despacho No. 66”, Ibíd. pág. 311

[12] Philip C. Hanna, “Despacho No. 89”, Ibíd. pág. 317

[13] Philip C. Hanna, “Despacho No. 53”, Ibíd. pág. 309

[14] Philip C. Hanna, “Despacho No. 56”, Ibíd. pág. 310

[15] Philip C. Hanna, “Despacho No. 73”, Ibíd. pág. 314

[16] Ibíd.

[17] Philip C. Hanna, “Despacho No. 32”, Ibíd. pág. 306

[18] Philip C. Hanna, “Despacho No. 57”, Ibíd. pág. 310

[19] Philip C. Hanna, “Despacho No. 110”, Ibíd. pág. 78

[20] Ibíd.

[21] Philip C. Hanna, “Despacho No. 140”, Ibíd. pág. 320

[22] Philip C. Hanna, “Despacho No. 72”, Ibíd. pág. 312

[23] Philip C. Hanna, “Despacho No. 140”, Ibíd. pág. 320

[24] Ibíd.

[25] Philip C. Hanna, “Despacho No. 128”, Ibíd. pág. 319

[26] Philip C. Hanna, “Despacho No. 125”, Ibíd. pág. 82

[27] Philip C. Hanna, “Despacho No. 92”, Ibíd. pág. 318

[28] Ibíd.

[29] Philip C. Hanna, “Despacho No. 140”, Ibíd. pág. 320

Bibliografía

García, Gervacio Luis y Emma Dávila Cox, compiladores. Puerto Rico en la mirada extranjera: La correspondencia de los cónsules norteamericanos, franceses e ingleses, 1869 > 1900. San Juan, PR: Centro de Investigaciones Históricas. Decanato de Estudios Graduados. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, 2005.

Scarano, Francisco S. Puerto Rico: Cinco siglos de historia. San Juan, PR: McGraw Hill, 1993

miércoles, 14 de julio de 2010

Libertad, Igualdad, Fraternidad

Puesto que en nuestra isla hemos desarrollado el mal hábito de celebrar las efemérides nacionales de un país vecino, a pesar del hecho de nosotros no podemos celebrar la propia independencia, he decidido hacer lo mismo. Sin embargo no es mi intención celebrar el 4 de julio pero sí el 14 de julio. Hoy se llevan a cabo, en París, las festividades que conmemoran la Toma de la Bastilla.

Este evento, parte importante de la Revolución Francesa, fue el que inició el periodo de violencia de la revolución. El proceso de revolución venía dándose antes del 14 de julio de 1789, pues la clase burguesa, perteneciente a los comunes, eran los que sostenían económicamente el país y, por otra parte, la influencia de la Ilustración en el pensamiento de la época. En esos tiempos, la Bastilla era una cárcel y se utilizaba como polvorín; anteriormente, la estructura fue una fortaleza, construida durante la edad media. En 1789, el fuerte había perdido la importancia militar, sin embargo representaba, para el ciudadano común parisino, el símbolo del absolutismo de la corona francesa.

Esa corona fue la que provocó el evento que hoy se celebra. Para 1789 el rey era Louis XVI de la casa de los borbones; éste gobernaba con indiferencia una Francia empobrecida y en bancarrota. La nobleza no sufría de esta situación económica, pues la misma se había retirado a Versalles, alejados de París y del resto del reino. A insistencia de personas influyentes, burgueses bien conectados con la nobleza, el rey Louis convocó los Estados Generales los que no se reunían desde los tiempos de Louis XIV, el "rey sol". Este organismo, parecido a un parlamento, era el único recurso de los comunes para hacerse escuchar por la corte. Se componía de tres grupos: la nobleza, el clero (estrechamente relacionados por consanguinidad a la nobleza) y los comunes. A pesar de los comunes tener mayoría numérica en su representación, la norma era que al votar el clero se alineara a la nobleza y no se aprobaban las leyes que favorecieran a los comunes. En esta ocasión no fue la excepción y luego de varios días de reunión y debate, los Estados Generales llegaron a un desacuerdo sin solución que provocó la salida de los comunes de la convención.

Los Estados Generales se reunieron en una improvisada pero pomposa "Sala de Estados" la cual se había arreglado en uno de los salones del Hôtel des Menus-Plaisirs en Versalles. Tras la salida de los representantes de los comunes, el 20 de junio de 1789, éstos se reunieron en unas canchas aledañas al edificio y allí crearon una Asamblea Nacional. En esta asamblea tomaron el juramento de no separarse hasta haber logrado la redacción de una constitución para el pueblo francés; este juramento se le conoce como el "juramento de las canchas de tenis". En los días subsiguientes, algunos nobles se integraron a la asamblea provocando presión al rey. Louis XVI, el 27 de junio de 1789, reconoció la validez de la asamblea y aceptó establecer una monarquía constitucional. Entonces, la asamblea cambió su nombre al de Asamblea Nacional Constituyente y comenzó, de inmediato, a redactar una constitución y a funcionar como una legislatura.

Durante todo este proceso, el Rey había nombrado a varios ministros de finanzas pero ninguno satisfacía los intereses de ambas partes, en especial los de la nobleza. El último de estos ministros lo fue Jacques Necker, el cual simpatizaba con los comunes. Al rendir su informe, aconsejando la imposición de contribuciones a la nobleza, provocó que fuera destituido por el Rey. Ese 11 de julio, el rumor de un posible ataque de las fuerzas militares reales, a los miembros de la Asamblea, estalló como pólvora entre los ciudadanos de París. Con la intención de adquirir armas y municiones, la turba civil, asistida por la recién establecida Guardia Nacional (ésta respondía directamente a los miembros de la Asamblea), atacó la Bastilla el 14 de julio y después de combates intermitentes, la Bastilla fue tomada por los civiles y quemada hasta sus cimientos. Éste fue el comienzo del fin para la breve monarquía constitucional francesa, pues el 4 de agosto de 1789, la monarquía y sus sistema feudal fue abolida por primera vez en Francia. Posterior a esto se efectúan las famosas decapitaciones y experimentos político-sociales que desembocaron en el ascenso de Napoleón Bonaparte al poder. Eso es tema para otro escrito.

Es importante aclarar que la revolución y la independencia, no necesariamente van de la mano y que ninguna está casada con la violencia. Es lamentable que muchos pueblo hayan tenido que recurrir a la violencia para adquirir el derecho de gobernarse y ser gobernados con justicia. Estados Unidos de América, ejercitó el derecho a la guerra de independencia y luego hizo una revolución política sin la necesidad de imponerla a sus ciudadanos por medios violentos. Francia inició la revolución por medios pacíficos y legales, pero se vio en la necesidad de usar la violencia para poder terminar el proceso revolucionario. Pero otros países han conseguido ambas cosas sin los actos de violencia, ejemplo de ello es la India. Gandhi dirigió una Revolución y logró la Independencia de su patria por medios no violentos. Nosotros también tenemos opciones, hagamos una Asamblea Nacional de pueblo y por medios no violentos luchemos por una Revolución político-social y luego por nuestra soberanía.

¡Feliz día de la Bastilla! ¡Viva la Revolución!

jueves, 17 de junio de 2010

Revolucionario, puertorriqueñista y barbú', un ejemplo a seguir

Hijo de Bayamón, vió la luz el 17 de junio de 1833. En su juventud, influenciado por el Realismo, en la segunda mitad del siglo XIX, inició su lucha por expresar su preocupación por la situación de la sociedad puertorriqueña de su época. Denunció la dura realidad social de su terruño, por medio de su fuerte lenguaje de suaves tonos. Retató al puertorriqueño común elevándolo al nivel de vista del burgués y del poderoso.

En su quehacer revolucionario presentó un reclamo de justicia social (1) para una clase trabajadora en desgracia y la colocó en contráste con las ventajas de los pocos. Les "estrujó" en la cara esa realidad a aquellos que no la podían ver por ser altivos estirados que sólo miraban al cielo y a ellos mismos. No tuvo temor de ensalzar nuestra diversidad y riqueza racial aún cuando fue reconocido en los círculos sociales más importantes.

Pudo codearse con la crema y nata de mundo europeo, pues fue galardonado en las Cortes españolas al punto de ser nombrado Caballero de la Real Orden de Carlos III (2), aún así abdicó a ese mundo por el amor a su patria (3). Puertorriqueñista de corazón, dedicó su vida a elevar el símbolo patrio (4) en su cotidianidad. Insistía en su afirmación patria e hizo todo lo que estuvo en sus manos para contagiar a otros ese amor. Consiguió influír músicos y poetas locales con su ideario patriótico (5). A pesar de esto, tuvo detractores que, aunque poseían un gran nivel intelectual, repudiaban y le reprochaban ese amor patrio que destilaba este revolucionario puertorriqueño. La diferencia se encontraba en la sensibilidad de este patriota de la cual carecían los opositores intelectuales. No abdicó de su sentir, aunque le costara la vida, y lo vivió hasta el día de su partida en Sanurce, en 1917.

Durante su estancia en París, Francia, se codeó con otros revolucionarios que causaron gran estruendo y grandes cambios en ese país y en todo el mundo. Sin embargo, pudiendo ser parte de esa revolución mundial, prefirió traerla a su patria, a su gente amada de humilde procedencia. Logró prevalecer en su lucha y hoy día, a 177 años de su nacimiento, unos buítres carroñeros intentan destruír su revolución.

Unámonos hoy, con amor patrio, y recordemos la memoria de nuestro revolucionario del lienzo. Celebremos, junto a nuestros artistas plásticos y al Museo de la Universidad de Puerto Rico recinto de Rio Piedras, el natalicio de Don Feancisco Oller y Cestero. No permitamos que su revolución artística se pierda, mantengámosla viva pues una revolución nunca termina.


1 Osiris Delgado. "Francisco Oller y Cestero en el proceso forjador de la identidad cultural puertorriqueña.", Puerto Rico arte e identidad, Rio Piedras, EDUPUR: (1998), 43.

2 Ana Riutort. Historia breve del arte puertorriqueño en su contexto universal. 3ra ed., Ed. Plaza Mayor: 1994, 148.

3 Riutort, 148.

4 Delgado, 45.

5 Delgado, 47.

Big Brother is watching

¿Por qué hay una persecución institucional contra las artes y la cultura? ¿es acaso por la dimención crítica o por la visión liberal de nosotros los creativos? ¿Es, tal vez, temor al poder de la palabra o de la imagen gráfica? La disidencia, ¿es entonces prohibida en nuestra sociedad? Esto me recuerda a la película de 1956, basada en la novela de George Orwell , "1984" (el que no la ha visto, búsquela; es una exelente muestra del "film noir").

En esta película el gobierno totalitario reprime el libre pensamiento y la expresión de los sentimientos humanos, considerandolos disidentes del pensamiento de "Big Brother" y su sistema político-social. Todo aquel que no se sometiera al sistema se le considera terrorista y se le somete a un re-acondicionamiento. Por medio del control mental se suprime la libertad de expresión y de albedrío. Esto lo estamos experimentando en el mundo real, en la actualidad en Puerto Rico. Tristemente muchos compatriotas son agentes de este tipo de mentalidad retrógrada. Desde nuestro gobierno, la sociedad civil, partidos políticos y algunos elementos de nuestras instituciones religiosas.

Las obras de arte no son de ninguna manera pornográficas, demoniacas ni tienen propuestas terroristas. Esas son interpretaciones torcidas de unos pocos que se proyectan como los "protectores de la sociedad". La libertad de expresión va acompañada de la libertad de elección. Si usted no le gusta o no desea ver u oir algo, tiene la libertad de elegir no hacerlo pero, igual derecho tiene aquel que desea plantear algo ante la sociedad, ya sea disidente o condescendiente con lo establecido.

La protección de las instituciones dedicadas a la promoción, enseñanza y conservación de las artes nos toca a todos. El intento de destruir la autonomía universitaria y las asambleas estudiantiles, la desaparición sistemática del Instituto de Cultura Puertorriqueña y el ataque a la Escuela de Artes Plásticas, por medio de la reducción del presupuesto en un 85%, son muestras de la intención del gobierno totalitario de extrema derecha que nos estan imponiendo por "la cocina".

Defendamos nuestro patrimonio cultural y el derecho a la libertad de expresión. Luchemos por nuestra universidad pública, por nuestros museos y nuestra Escuela de Bellas Artes, abierta y accesible. Esto nada tiene que ver con socialismo, comunismo, independentismo o ninguno de los "ismos" que quieran mencionar, es justicia para todos. Recuerden las palabras del pastor evangélico alemán Martin Niemöller:

"Primero vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío.
Después vinieron por los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista.
Después vinieron por los católicos, y yo no hablé porque era protestante.
Después vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara por mí."

No esperemos a que no quede nadie para luchar por nosotros, actuemos ahora que la constitución nos protege la libertad de expresarnos.

miércoles, 16 de junio de 2010

¿Pornografía eclesiástica?

Al observar los frescos de la Capilla Sixtina muchos se maravillan. Pero, ¿se han preguntado qué hubiese pasado si la censura hubiese logrado poner sus garras en esas pinturas u otras obras similares? Pues en muchos casos lo logró. Hubo quema de libros y pinturas en nombre de Dios.

En tiempos contemporáneos seguimos sufriendo lo mismo. Al parecer no hemos superado el moralismo de los siglos XII al XIV. El desnudo todavía se ve como exposición deshonesta o pornografía, el sexo como un acto vil y la admiración de la belleza del cuerpo humano, producto de la lujuria. El libre pensamiento también, al igual que la filosofía, siguen estando en la lista de censuras. El humanismo se ve como ateísmo y hasta comunismo.

El humanismo, para aquellos que no lo saben, en ningún momento propuso la inexistencia de Dios. Propuso que el humano, capaz de lograr grandes cosas, a pesar de Dios, merecía ser tomado en cuenta. En el renacimiento, la iglesia católica, se contagió con las ideas humanistas y gracias a esta y su clero (no todos, ¡eh!), se logró conservar para las generaciones futuras, gran conocimiento que todavía está vigente.

La belleza del ser humano debe disfrutarse en un estado mental y físico de pureza e inocencia. Para aquellos que son creyentes, maravillense de la creación de su Dios; para los que no son creyentes, aprendan a disfrutar la naturaleza en pleno. Esto es lo que personajes de la iglesia católica como Julio II pretendían hacer, aunque sus métodos no fueran tan nobles. Seamos humanos y humanistas.

martes, 30 de marzo de 2010

Envían las artes al paredón

Recientemente se hizo público el "gran interés" del gobierno de Puerto Rico en el desarrollo de las artes. El 23 de marzo de 2010, el periódico El Nuevo Día, en su edición electrónica, publicó dos artículos (1) donde se reporta que el Departamento de Educación de Puerto Rico reducirá los créditos en bellas artes en las escuelas públicas. Esto implica que muchos maestros de teatro, música y artes plásticas quedarían cesantes de sus empleos. Mucho más serio es la cantidad de estudiantes del sistema público que quedarán desprovistos de una educación completa. Según la ley federal "No Child Left Behind", los estados y territorios que deseen recibir fondos federales para el sistema de educación, deberán proveer una programa educativo integral. Aunque ciertamente, la ley no obliga al estado un curriculo genérico y deja a discreción del gobierno estatal a escoger y diseñar su curriculo, esto no implica que las ciencias y matemáticas sean sustitutas de las artes y el deporte. Por otro lado, los estudiantes y recién graduados en educación de bellas artes, música, teatro, educación física, economía doméstica, artes industriales entre otros, ¿quedarán para llenar un espacio en la fila del desempleo o serán maestros del hamburger y de la caja registradora?

Por su parte, el gobierno pretende "resolver" el problema del ocio, la obesidad, criminalidad, violencia y el dominio que tiene la industria de las drogas ilegales sobre el país, a fuerza de policías, guardias nacionales y 10 minutos adicionales por periodo de clase. Un curriculo de enseñanza completo donde las artes y el deporte, así como los cursos vocacionales, proveerían alternativas para que los jovenes canalicen sus energías y aprovechen sus capacidades en proyectos constructivos y de desarrollo intelectual. Aparentemente los encargados de las desiciones importantes estan ausentes y los que quedan sólo pueden trabajar con estadísticas y presupuestos. ¿Dónde están los intelectuales, los entes de pensamiento crítico? ¡Expulsados y exiliados del gobierno!

Las últimas cuatro administraciones han desmantelado sistemáticamente o han abandonado las instituciones que protegen nuestro patrimonio. Tal es la situación de ausencia de intelectuales, que el senador Roberto Arango, en su "elocuente" carta (2) del 8 de marzo de 2010 (dirigida al Congreso de Estados Unidos de América) indica que nuestro patrimonio está protegido por la Administración de Parques Federal. ¿Dónde quedan entonces las instituciones culturales de la isla? El Instituto de Cultura Puertorriqueña y los museos estatales, así como el Archivo Nacional y la Universidad de Puerto Rico están casi inoperantes en su verdadera función social. Lo único que queda defendiendo el patrimonio intelectual y aún así actúa de manera tímida es el Ateneo Puertorriqueño.

Es evidente que la ignorancia se premia en el país. ¿Qué tipo de profesionales pretenden producir las instituciones educativas? ¿Autómatas, abogados corporativos, analfabetas funcionales, mediocres que respondan a los caprichos de los empresarios y políticos? Les pregunto: ¿si consideran la educación muy costosa, qué me dicen de la ignorancia? Acaso la frase "mente sana en cuerpo sano" (Platón o Juvenal) ¿no se refiere a que un individuo sea entero y equilibrado? ¿Será que las artes incitan al pensamiento crítico y el deporte al amor patrio? ¿Es que estos son elementos que impiden una agenda política neoliberal? ¿Será que los intereses particulares de las esferas de poder estan por encima del bien común? Hagan ejercicio de su libertad de pensamiento y lleguen a sus concluciones.

1 "En defensa de las Bellas Artes en el DE" y "Una estocada mortal a las artes", www.endi.com, 23 mar 2010.
2 Roberto Arango, "Carta al Congreso de Estados Unidos de América", Radio Isla 1320 ed. 8 mar 2010, http://radioisla1320.posterous.com/carta-arango